Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030 es garantizar la disponibilidad del agua y su gestión sostenible. Y así lo entendemos desde la minería, la agroexportación y, por supuesto, la pesca; pues somos conscientes que al ser un recurso escaso debemos preservarlo para las futuras generaciones.
En el caso de la pesca, realizamos una serie de inversiones en innovación tecnológica a fin de no alterar la calidad ambiental del agua ya que de ella depende la vida de los recursos hidrobiológicos.
En este contexto, nos enorgullece afirmar que la industria pesquera es líder en el manejo de efluentes, al reciclar el 100% del agua de cola, sanguaza, aceites y grasas que se generan en el proceso productivo de la harina de pescado. Pero además, y por ello no menos importante, realizamos el tratamiento del agua de bombeo en cada planta, para devolverla luego limpia al mar a través de los emisores submarinos. Este enfoque nos ha permitido ser un actor importante en el cuidado de la Reserva Nacional de Paracas y la Bahía de Chimbote.
Ahora bien, en cuanto a la demanda de agua por parte de la industria pesquera, consumimos casi 97.7 millones de m3 por año, de los cuales el 98% es agua de mar, y solo el 2% agua dulce. En el caso del agua de mar, los usos principales son el agua barométrica y el agua de bombeo; mientras que en el caso del agua dulce ésta se destina a la limpieza de plantas, la generación de vapor en las calderas y el uso doméstico.
Somos unos convencidos que el adecuado manejo del agua debe ser un elemento que nos una y no nos separe y con ese trabajo conjunto entre sector público y privado poder asegurar agua de calidad para todos.