Lograr un Perú moderno supone que nuestra democracia y economía de mercado funcionen, para respetar y ampliar la libertad de las personas, así como para brindar capacidades y oportunidades a todos.
La corrupción actúa como una mafia. No permite que las decisiones públicas pongan por delante a los ciudadanos. Evita que se genere la infraestructura que requiere el desarrollo de los pueblos. Da privilegios a quienes no debe y posterga lo prioritario.
Lamentablemente, son comunes los elefantes blancos, las obras sobrevaluadas y las autorizaciones indebidas. La ineficiencia del Estado así como la desidia de autoridades y funcionarios frente a ella son también otra mafia. Hace años, tenemos servicios de salud y educación de muy baja calidad, que no atienden las necesidades de los más vulnerables, y poco se avanza en su reforma. Los trámites son cada vez más burocráticos, y muchos hace tiempo perdieron de vista para qué se crearon y qué querían lograr.
Tristemente son comunes las medidas que postergan a los estudiantes, ciudadanos y empresas, por congraciarse con maestros que no cumplen estándares, con funcionarios que se resisten a añadir valor a la sociedad, y con normas que parecen talladas en piedra que nos jalan hacia atrás.
Así, la corrupción y la ineficiencia del Estado actúan como dos mafias que no permiten que los peruanos, en especial los más pobres, vean los beneficios que se atribuyen a la democracia y a la economía de mercado. Con estas mafias, ningún sistema funciona. Y tendremos poco éxito en lograr un Perú moderno si no las enfrentamos. La CADE Ejecutivos es un buen espacio para discutir una estrategia y luego poner manos a la obra.
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