Los peces son un recurso renovable. Mantenerlo en el tiempo requiere incentivos correctos que aseguren su adecuada explotación y renovación. De lo contrario, se corre el riesgo de la tragedia de los comunes, en que por tratarse de un bien de todos sea en la práctica un bien de nadie, que no se cuide y se dé la situación trágica de su extinción.
La evolución del ordenamiento de las pesquerías y la literatura académica muestran que cuatro elementos son cruciales para la adecuada explotación y renovación de los recursos pesqueros.
Una primera medida es velar por la coherencia entre el esfuerzo pesquero (el número de embarcaciones y su capacidad) y la pesca que se pueda realizar de determinada especie. Cuando se llega a la plena explotación, los reguladores dejan de emitir permisos, con el fin de no aumentar el esfuerzo pesquero más allá de lo razonable.
Una segunda medida consiste en fijar cuotas globales de pesca. Aunque el cierre de las pesquerías es una buena medida, muchas veces no es suficiente para que solo se pesque lo que permita la adecuada renovación de los recursos. Es así que los reguladores optan por establecer cuánto puede pescar toda la flota durante determinado periodo.
La tercera medida se refiere a fijar cuotas individuales por embarcación, es decir, establecer una proporción de pesca para cada una de las naves que tienen permiso y determinar qué
fracción de la cuota global podrán pescar.
Finalmente, se debe realizar un control para garantizar que solo pesquen quienes tienen permiso y hasta el límite que les corresponde.
En el Perú, nos falta mucho por avanzar en las distintas medidas. En la próxima columna, entraremos al detalle.
Fuente: Diario Correo
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