La anchoveta es una especie de alta fecundidad y rápido crecimiento; tiene una corta vida en comparación con otras especies y es fundamental para el equilibrio de los ecosistemas marinos. Su biomasa bordea los 9 millones TM en promedio en los últimos años debido al buen manejo de nuestra pesquería, muy valorado por la comunidad científica nacional e internacional, así como por organismos multinacionales como la FAO, entre otros.
Por ello, gracias a la abundancia de la anchoveta, nuestro país es el primer productor de harina y aceite de pescado en el mundo, ingredientes marinos que contienen importantes nutrientes, fundamentales para la alimentación de otras especies como, por ejemplo: el langostino, el salmón, la tilapia y la trucha; además de tener una huella de carbono baja en comparación con otras fuentes proteicas para alimentos balanceados.
Para Ray Hilborn, destacado científico de la Universidad de Washington, las especies de peces pequeños, como la anchoveta, se convierten en una de las principales fuentes de nutrientes para el planeta; y, de no capturarla, ello tendría un efecto adverso en la biodiversidad de otros ecosistemas, como por ejemplo la Amazonía.
En un cálculo sencillo, si se reemplaza la proteína de pescado por proteína de otro origen, se ocasionaría un daño ambiental irreparable; toda vez que para ello se necesitarían más de 1 millón 150 mil km2 de tierra adicional, lo que equivale al 35% de la selva tropical.
En suma, los ingredientes marinos provenientes de la anchoveta no solo contribuyen con la seguridad alimentaria; sino también con el equilibrio del planeta. Es una especie muy valorada en el mundo y difícil de reemplazar; por ello, cuidemos todos la riqueza que nos ha dado la naturaleza.