El viernes pasado, el BCR publicó su informe sobre inflación el cual revisa sus cifras de crecimiento a la baja de 2.6% a 2.2% y textualmente señala que ello es “debido a la veda de anchoveta”, entre otros factores.
En efecto, el impacto del sector pesquero en un contexto de normalidad climatológica y oceanográfica, es de lo más relevante para el desarrollo sostenible del país. Así, es importante recordar que, según cifras oficiales, este sector representa entre el 1.5% y el 2.5% del PBI; aporta miles de puestos de trabajo (700 mil empleos directos e indirectos, según cifras del IPE) y representa el 7% de las exportaciones peruanas. De éstas, cabe precisar que el 4% son generadas por la exportación de ingredientes marinos (harina y aceite de pescado).
Por ello, en un contexto donde las condiciones climatológicas y oceanográficas se encuentran aún alteradas debido a un fenómeno del Niño costero -al cual se le ha sumado el fenómeno del Niño global- lo que corresponde desde lo científico y lo técnico, es continuar monitoreando estas condiciones, las cuales pueden cambiar en cualquier momento para que así, posteriormente y en base a dicha información, decidir la apertura de la temporada de pesca. Claudicar a esta posibilidad sin información científica sería un grave error.
Por otro lado, mientras ello ocurre y con el propósito de garantizar la sostenibilidad del sector y el empleo de miles de trabajadores, PRODUCE debería autorizar a la flota industrial la pesca de oportunidad de bonito, agujilla, jurel y caballa; recursos que se adaptan mejor a estas condiciones cálidas. Recordemos que esta posibilidad no es una novedad. En el año 2015, PRODUCE, en base a información proporcionada por el ente científico -IMARPE- autorizó esta modalidad de pesca temporal, contribuyendo así a reactivar el sector.
No perdamos de vista esta nueva oportunidad.