De cara al futuro, Perú tiene el importante reto de garantizar la sostenibilidad de sus pesquerías.
La corriente de Humboldt ha bendecido a Perú con una altísima productividad ictiológica, en que las principales especies son la anchoveta, la pota, la caballa, el perico, el bonito, la merluza, entre otros. Ello en adición a especies que, si bien presentan menor abundancia, son muy queridas en la gastronomía peruana, como el lenguado, la corvina, la chita, la cojinova, la cabrilla, entre otras.
La experiencia internacional y el mundo académico nos muestran que la mejor forma de lograr la sostenibilidad de los recursos pesqueros es complementando límites globales con el establecimiento de límites máximos de captura para todas las embarcaciones en todas las pesquerías. Se trata de combatir la «tragedia de los comunes», en que, al tratarse de recursos de todos, a la vez no son de nadie y ello limita que los actores cuiden de estos. Al asignar límites máximos de captura a cada embarcación, los pescadores saben que solo pueden pescar una proporción de la captura global, y para que el volumen de esa proporción aumente, tiene que colaborar en el adecuado manejo de los recursos.
Para aplicar los límites máximos en determinada pesquería normalmente se toma en cuenta cuánto estaba pescando cada embarcación, para en función de ello definir su límite máximo de captura en términos proporcionales. es decir, a cada embarcación se la asigna una proporción basada en lo que venía pescando, con lo que, si la cuota global se mantiene, implica que podrá seguir pescando el mismo volumen. Así, los pescadores pescan lo mismo en términos proporcionales, pero en un escenario en que ya no tienen que comer o arriesgar la vida de sus tripulantes para capturar su pesca. Y con el incentivo de que se haga una buena gestión, para que cada vez la proporción que se le ha asignado signifique más pescado.
El buen manejo de la anchoveta ha permitido el reconocimiento de la gestión pesquera en Perú a nivel internacional. Ciencia y cuotas han sido claves en ello.
Respecto a la ciencia, nuestro país cuenta con el Imarpe, organismo de gran prestigio nacional e internacional, cuya experiencia y profesionalismo garantizan la sostenibilidad del recurso anchoveta. Un informe reciente de auditoría de FAO al ente científico revela que «Perú es uno de los países con la mayor aplicación y un alto nivel de datos de campo como soporte científico hacia la gestión de pesca».
Respecto a las cuotas, organismos internacionales como la OCDE y Cepal en su informe ‘Evaluación de desempeño ambiental Perú 2016’ destacan la gestión pesquera del recurso anchoveta en nuestro país. Por su parte, el Banco Mundial ha mostrado al Perú como un ejemplo de gestión pesquera sostenible en el caso de la anchoveta por el sistema implementado.
En adición a la anchoveta, en Perú la pesquería de merluza también tiene asignados límites máximos de captura. Enfrentamos ahora el reto de asignarlos en pesquerías grandes, como la pota, con aproximadamente 350 mil TM de desembarque anual, pesquerías medianas como el perico con 80 mil TM anuales y pesquerías pequeñas de menos de 10,000 TM como la anguila con 6,000 TM al año e incluso de menos de 1,000 TM como el bacalao de profundidad.
Las cuotas aseguran que la sostenibilidad no sea solo preocupación del ente científico, sino también de los pescadores. Todos debemos trabajar para ello y así seguir mejorando en sostenibilidad.
Foto: PRODUCE