La actividad pesquera en el mundo tiene como uno de sus pilares la sostenibilidad de los recursos. Es por ello que la industria se opone a la pesca de juveniles y promueve prácticas que justamente coadyuven al respeto de las tallas mínimas.
En efecto, la captura de juveniles, cuando ocurre, es involuntaria, pues a la fecha no existe tecnología alguna en el mundo que determine la composición de un cardumen antes de su extracción.
Frente a este escenario, la forma de atenuar la pesca incidental de juveniles a nivel mundial se enfoca, más que en mecanismos punitivos, en herramientas normativas como la obligatoriedad del reporte oportuno.
El Perú ha tomado en cuenta esta tendencia internacional y por ello en el 2013 se emitió un decreto supremo con el cual se iniciaron las suspensiones preventivas. Ya en el 2016 se publicó una normativa mediante la cual se incentiva que la industria brinde información oportuna al Produce, para que este puede cerrar de inmediato las zonas de alta incidencia de juveniles y así preservar el recurso. A modo de ejemplo, gracias a esta medida el Produce puede declarar la veda de una determinada zona en menos de 6 horas, cuando antes ello tomaba 7 días.
Esto ha permitido, según data oficial, que desde la primera temporada del 2017 hasta la primera temporada del 2019 se emitan 227 comunicados y se cierren preventivamente 347 zonas de pesca. Pero lo mejor es que se ha protegido 1.8 millones de TM de juveniles de anchoveta.
Y como si ello no fuese suficiente, la industria comprometida con el cuidado de juveniles viene aplicando autovedas para coadyuvar a la mejor protección de la especie. Y es que la sostenibilidad para la industria no es más una obligación, es un compromiso.
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