De acuerdo a información de la SUNAT, las exportaciones acuícolas alcanzaron los US$ 174 millones entre enero y mayo de este año, siendo los langostinos, las conchas de abanico y la trucha los productos que más destacaron en los envíos a mercados internacionales.
En este contexto, Piura y Tumbes fueron las regiones que tuvieron un mayor número de exportaciones acuícolas, un sector que tiene un enorme potencial de crecimiento descentralizado, no solo en la costa sino también en la sierra y la selva de nuestro país, donde esta actividad puede desarrollarse en las abundantes cochas existentes, así como en algunos ríos de nuestra vasta Amazonia.
En la actualidad este sector genera, además, alrededor de 30 mil puestos de trabajo directos para las poblaciones locales y es una fuente de ingresos para miles de emprendedores donde el 40% son mujeres.
Los discursos y ponencias en materia de desarrollo económico siempre se centran en la necesaria diversificación productiva. Sin embargo, cuando tenemos al frente una actividad que la podría hacer realidad, nadie le presta la atención debida. Más bien, entorpecemos su desarrollo, tal como sucedió en diciembre pasado, cuando sin ninguna explicación, debate, ni sustento técnico se derogó la Ley de Promoción Agraria y, en consecuencia, se derogó el régimen aplicable a esta incipiente industria.
Por ello, resulta sumamente importante que el pleno del Congreso corrija el error y apruebe el Proyecto de Ley N° 7766/2020-CR, que tiene por finalidad fortalecer el desarrollo de la acuicultura sostenible en el país, estableciendo además un régimen tributario temporal que fomenta mayores y nuevas inversiones en este sector de nuestra economía.
Como lo hemos repetido varias veces, el Perú tiene todas las condiciones para convertirse en una potencia acuícola mundial: su geografía; sus especies y ser el principal país productor de harina y aceite de pescado así lo indican. Solo se necesita estabilidad para ser también el número 1 en acuicultura.
FOTO: PRODUCE