El periodo 2014-2017 fue muy difícil para la pesca industrial, en la medida que la accesibilidad a su recurso más importante, la anchoveta, se vio afectada por las anomalías climáticas. Al respecto, las capturas promedio fueron menores a 3 millones de TM anuales, por debajo del punto de equilibrio de 4 millones de TM, y muy por debajo del promedio de 7 millones de la primera década de este siglo. Ello trajo dificultades a las empresas, que tuvieron pérdidas financieras un año tras otro.
A pesar de las dificultades, gracias a la gestión pesquera en base a derechos, los armadores estuvieron comprometidos en anteponer la sostenibilidad de la anchoveta a las urgencias de corto plazo. Así, a pesar de un clima adverso, la buena gestión pesquera de las autoridades públicas y las buenas prácticas de la industria implicaron que la anchoveta tenga hoy una muy buena salud, registrando una biomasa cercana a 11 millones de TM, según lo reportado en el crucero de verano de 2018.
De cara al Bicentenario, un reto fundamental es que la gestión en base a derechos, que hoy rige las pesquerías de merluza y de anchoveta con muy buenos resultados, se extienda a otras pesquerías para procurar eficazmente su sostenibilidad. El empoderamiento de los pescadores vía la gestión pesquera en base a derechos resulta singular. Hoy sigue creciendo el esfuerzo pesquero —a pesar de estar prohibida la construcción de embarcaciones desde hace diez años— y las tallas promedio de los recursos están disminuyendo, lo cual mostraría que la renovación no se está dando adecuadamente.
Pensar que el Estado podrá controlar 3000 km de litoral es iluso. En el caso de los recursos bentónicos, se debe asignar esta tarea a las organizaciones de pescadores, acompañándolos para que cada vez asuman más responsabilidades. Marcona es un claro ejemplo de que ello es posible. Para otras especies, debe darse a los pescadores cuotas individuales, por ejemplo en la pota y el perico.
Solo si empoderamos a los pescadores y alineamos sus incentivos podremos mirar el tercer siglo de nuestra república con bases institucionales que garanticen la sostenibilidad de nuestros recursos pesqueros a futuro.
Otro reto de cara al Bicentenario es seguir innovando para que más proteína de pescado y aceite omega 3 llegue a los peruanos. El 2017 presentamos la «Agenda de Innovación para el Enriquecimiento de Alimentos a partir de la Anchoveta», la cual analiza las brechas existentes para llevar la proteína y aceite de anchoveta vía productos de consumo masivo a las personas. Así, si bien los ingredientes marinos vía la acuicultura permiten multiplicar los peces (al obtenerse entre 3 y 4 TM de peces cultivados por cada TM de peces silvestres destinados a ingredientes marinos), buscamos lograr mayor valor agregado destinando estos ingredientes a enriquecer alimentos de personas y no solo dietas acuícolas. Se espera que las investigaciones que se vienen realizando nos permitan llegar al 2021 con productos enriquecidos para el mercado peruano.
Otro reto importante es llegar al Bicentenario con buenos servicios para la pesca artesanal en los desembarcaderos. Hoy se construyen y su gestión se asigna al principal gremio de pescadores de la zona. Lamentablemente, son comunes los malos manejos y el nulo mantenimiento, con lo cual las lozas se deterioran al año (afectando calidad sanitaria de productos), la cámara de refrigeración deja de funcionar dos años después, ante el primer desperfecto, y la infraestructura en general se va deteriorando. Es importante tener en cuenta que los pescadores requieren buenos servicios y no solo infraestructura, y por ello debe repensarse la gestión de los desembarcaderos.
Foto: Comunicaciones SNP